martes, 23 de abril de 2013

CERVANTES Y SHAKESPEARE, UNIDOS EN LA MUERTE

El 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro, declarado por la Unesco en 1995, por ser el día de 1616 en el que coincidieron las muertes de los dos escritores más universales, el español Miguel de Cervantes y el inglés William Shakespeare. Sin embargo, esto no es así.
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547. Hay quienes dudan de su lugar y fecha de nacimiento, aunque lo dicho es lo que se admite mayoritariamente debido a que su acta de nacimiento, fechada el 9 de octubre, está en Alcalá de Henares y que él mismo dijo que era de esta villa madrileña en la "Información de Argel" de 1580. 
Está considerado una de las máximas figuras de la literatura mundial y es conocido sobre todo por haber escrito "Don Quijote de la Mancha", que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia. Su influencia, por tanto, se ha extendido a lo largo del tiempo hasta nuestros días.
"El príncipe de los ingenios", sobrenombre que se le concedió a Cervantes, muere en Madrid a la edad de 68 años, se decía de hidropesía pero más bien pudiera ser de diabetes, en la conocida Casa de Cervantes, situada en la esquina entre la calle León y la calle Francos, ahora calle Cervantes, en el denominado Barrio de las Letras de la capital de España. Cervantes deseó ser enterrado en la iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas, en el mismo barrio, ya que cuando él fue llevado preso a Argel la congregación de los trinitarios ayudó, haciendo de intermediarios y recogiendo fondos, para que él y su hermano Rodrigo fueran liberados. Fue amortajado con el hábito de san Francisco, sin pompas ni ceremonias, con la cara descubierta y con una sencilla cruz de madera en su mano derecha, y llevado desde la calle León hasta el convento de la Trinitarias por sus hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, en la que profesó el 2 de abril anterior. Esto ocurrió el 23 de abril, es decir, fue sepultado en esta fecha, pero su muerte seguramente ocurrió el día de antes, el 22 de abril, como sostenía Luis Astrana Marín, uno de los mayores especialistas en Cervantes, pues la costumbre en aquella época, como ahora, es que se dejase pasar al menos un día desde la muerte hasta el entierro, velando el cadáver durante la noche. Por tanto, si fue sepultado el 23 de abril es que murió el 22, como lo testifican los propios franciscanos, que fueron los que le enterraron.
En el momento en que Cervantes fue enterrado  en el convento de Trinitarias este tenía una capilla pequeña con acceso por la calle Huertas, pero posteriormente fue edificada una iglesia mayor en el mismo sitio y se trasladó a este nuevo templo a las personas que se encontraban enterradas en el anterior. El cuerpo de Cervantes también fue trasladado pero se desconoce el lugar exacto en el que se encuentra, añadiéndose otra incertidumbre a la biografía del insigne escritor. Algunos investigadores se han propuesto encontrar sus restos mortales sin éxito, pues pudiera ser incluso que su cuerpo fuera echado junto a los de otros en una escombrera en el mismo convento o fuera de él en el transcurso de las obras unas décadas después; murió pobre y fue enterrado con humildad, y ese era el tratamiento que a los cuerpos de los pobres se les daba incluso en un convento.
Por lo menos una digna placa de mármol puesta por la Academia Española en la fachada del convento nos recuerda que fue enterrado aquí por su voluntad.
Nos queda lo más importante, sus obras, como las "Novelas ejemplares" o "Los trabajos de Persiles y Segismunda", y a la cabeza la obra maestra de "Don Quijote de la Mancha", que tantas lecturas y significados puede tener partiendo desde el más sencillo de la parodia ejemplarizante de las novelas de caballerías hasta el que, sin duda, oculta la búsqueda interior del héroe que hace lo que tiene que hacer según su conciencia aunque para la mayoría pueda resultar incomprensible y, por tanto, lo tomen por loco, ocultando de esta manera muchos detalles en sus textos de carácter esotérico e iniciático.
William Shakespeare nació en Stratford-upon-Avon, Warwickshire, Inglaterra, el 26 de abril de 1564. Conocido en ocasiones como el Bardo de Avon, o simplemente El Bardo, Shakespeare es considerado el escritor más importante en lengua inglesa y el más conocido de la literatura universal. Destacó sobre todo como dramaturgo, siendo sus obras las que se representan más veces y en mayor número de países que las de cualquier otro escritor. Su influencia en la cultura actual es grande, en la literatura por supuesto, pero muy notoria en el cine, industria dominada, como sabemos, por los paises anglosajones.
Se ha especulado mucho sobre su vida, cuestionando su sexualidad, su afiliación religiosa (secretamente católico en contra del protestantismo anglicano que se imponía a la fuerza) e incluso la autoría de sus obras. Esto último es lo que más controversias ha levantado hasta hoy. Una importante minoría piensa que Shakespeare no sería más que un hombre de paja que encubriría la verdadera autoría de otro dramaturgo que habría preferido mantener en secreto su identidad. Esta teoría tiene diferentes bases: ambigüedades y lagunas en la documentación histórica acerca de Shakespeare; el convencimiento de que las obras requerirían un nivel cultural más elevado del que se cree que tenía Shakespeare; supuestos mensajes en clave ocultos en las obras; y paralelos entre personajes de las obras de Shakespeare y la vida de algunos dramaturgos. Recientemente las dudas sobre la autoría de Shakespeare se han acrecentado tras las declaraciones de Derek Jacobi y Mark Rylance. Ambos han divulgado la denominada "Declaración de duda razonable" sobre la identidad del famoso dramaturgo. La declaración cuestiona que Shakespeare, un plebeyo en un hogar analfabeto de Stratford-upon-Avon, escribiera las geniales obras que llevan su nombre. El comunicado argumenta que un hombre con una educación limitada, como reconocían sus contemporáneos, y que no viajó nunca fuera de su país no pudo poseer los rigurosos conocimientos legales, históricos, geográficos y matemáticos que salpican las tragedias, comedias y sonetos atribuidos a Shakespeare. A lo largo del tiempo han existido teorías que subrayan que William Shakespeare era tan sólo un alias tras los que podían esconderse otros ilustres nombres como el escritor Christopher Marlowe (1564-1593), gran dramaturgo quien, como espía, habría fingido su propia muerte para seguir con sus actividades tanto en Inglaterra como en el extranjero mientras escribía las obras que se le asignaron a Shakespeare, que admitió ser su tapadera pues era además empresario teatral; o el filósofo y hombre de letras Francis Bacon (1561-1626) o Edward de Vere (1550-1604), decimoséptimo conde de Oxford. Jacobi asegura inclinarse por Edward de Vere, que frecuentó la vida cortesana en el reinado de Isabel I (1533-1603), y lo califica como su candidato preferido dadas las supuestas similitudes entre la biografía del conde y numerosos hechos relatados en los libros de Shakespeare.
Pero para el motivo principal de este artículo lo importante es la fecha de la muerte de Shakespeare. Falleció el 23 de abril de 1616, pero hay que tener en cuenta que esta fecha es del calendario juliano que todavía se seguía usando en Inglaterra. En el calendario gregoriano la fecha es el 3 de mayo. Lo mismo pasa entonces con su nacimiento, que sería el 6 de mayo de 1564.
Entonces resulta que Shakespeare murió el 3 de mayo y Cervantes el 22 de abril, eso sí, del mismo año, 1616, que no deja de ser curioso; en pocos días fallecieron los que están considerados los más célebres escritores de la historia.
Siempre se ha tendido a asociar la muerte de Shakespeare con la bebida, pues se ha dicho comúnmente que murió como resultado de una fuerte fiebre producto de su estado de embriaguez tras haberse reunido con Ben Jonson y Michael Drayton para festejar algunas nuevas ideas literarias. Investigaciones recientes llevadas a cabo por científicos alemanes afirman que es muy probable que el escritor inglés padeciera de cáncer.
Los restos de Shakespeare fueron sepultados en el presbiterio de la iglesia de la Santísima Trinidad de Stratford. El honor de ser enterrado en el presbiterio, cerca del altar mayor de la iglesia, no se debió a su prestigio como dramaturgo, sino a la compra de un diezmo de la iglesia por 440 libras, una cantidad considerable en la época. El monumento funerario de Shakespeare, erigido por su familia (de la que no quedan descendientes directos suyos) sobre la pared cercana a su tumba, lo muestra en actitud de escribir, y cada año, en la conmemoración de su nacimiento, se le coloca en la mano una nueva pluma de ave.
Era costumbre en esa época, cuando había necesidad de espacio para nuevas sepulturas, vaciar las antiguas, y trasladar sus contenidos a un osario cercano. Tal vez temiendo que sus restos pudieran ser exhumados, el propio Shakespeare habría compuesto el siguiente epitafio para su lápida:

Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito sea el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.

Una leyenda afirma que las obras inéditas de Shakespeare yacen con él en su tumba. Nadie se ha atrevido a comprobar la veracidad de la leyenda, tal vez por miedo a la maldición del citado epitafio. Sea por respeto o miedo la cuestión es que se ha respetado el cuerpo de Shakespeare en la iglesia de la Trinidad de Stratford, no como lamentablemente ocurrió con Cervantes en la iglesia del convento de las Trinitarias de Madrid, a lo que contribuyó su humilde y anónimo lugar de enterramiento.

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